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Sin libertad de expresión no hay prensa libre, no hay crítica social, no hay nada

Sobre el atentado contra la revista Charlie Hebdo y las justificaciones que no tienen justificación.

Publicado: 2015-01-08

El artículo 19 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos, firmada por casi todos los países (con excepción de algunas potencias con "corona"), es muy claro: "Todo individuo tiene derecho a la libertad de opinión y de expresión; este derecho incluye el de no ser molestado a causa de sus opiniones, el de investigar y recibir informaciones y opiniones, y el de difundirlas, sin limitación de fronteras, por cualquier medio de expresión". 

Ese artículo ha sido adoptado por diferentes instancias continentales, gracias a tratados firmados por varias naciones, que luego han debido implementar como leyes en su legislación. Pese a lo explícito del artículo, parece que no se entiende el concepto de libertad de expresión. Y mucho menos que dentro de la libre expresión está la sátira, que si por no se sabe, es un género literario, del arte. 

Este género era el que usaba la revista Charlie Hebdo para burlarse, no de los musulmanes, sino de los fanáticos. Y no solo de los fanáticos de esta religión, sino de los de las demás, así como distintos políticos de distintos partidos de distintas tendencias. También se repite el argumento de que los viejos jóvenes de esta revista eran unos malcriados e irrespetuosos, y que se lo buscaron, justificando directamente un crimen que dicen que no justifican, pero al final justifican diciendo "pero" y agarrándose de la islamofobia que existe en Francia y quizás en el resto de Europa, que no se puede defender para nada, porque está claro que los musulmanes, como los cristianos y otras religiones, tienen valores en común que buscan la justicia y la paz en el mundo. 

Es cierto que el fundamentalismo, sea musulmán, protestante, católico, judío o el que fuera, no se genera de la nada. En el caso del mundo islámico, los abusos de las grandes potencias de occidente han generado muchos resentimientos, produciendo fenómenos fundamentalistas como los talibanes, Boko Haram, Hamás o el Estado Islámico. 

Pero eso no da derecho a que en nombre de su fanatismo (y no de su fe) anulen los derechos de las mujeres, secuestren niñas, cometan atentados o decapiten inocentes. El abuso de las potencias es condenable, como las matanzas de niños inocentes en Gaza a cargo del Israel de Netanyahu, o la invasión de los Estados Unidos de Bush en Irak. Y tan condenable como esos hechos es un atentado contra una redacción de viejos jóvenes irreverentes que, con sus dibujos, no hacían más que provocar. 

Es probable que a algunos les moleste la irreverencia. La burla y la sátira no matan. Y no le pidan a un periodista que no defienda la libertad de expresión. Sería como pedirle a un bombero que no apague un incendio o no auxilie a un herido, o rogarle a un médico que no opere o no recete una medicina. Sin libertad de expresión no hay prensa libre, no hay crítica social, no hay nada. Así como se denuncia el abuso del poder y la injusticia, también hay que denunciar la intolerancia. Venga de donde venga.


Escrito por

Victor Liza

Periodista pobre, pero honrado.


Publicado en

La Ruta del Salmón

Siempre contra la corriente. Crónicas, opiniones, cuentos y otras perlas.