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Heduardo describe la realidad no solo con sus dibujitos.

Ejercicios de memoria

De cómo los tuits de un "ministroll" pueden servir para recordar la historia reciente del Perú

Publicado: 2015-01-30

Ya sabemos que el señor Daniel Urresti, en sus siete meses y siete días como ministro del Interior, no ha logrado nada significativo al frente de esta cartera. El sicariato y la delincuencia siguen campeantes en Lima, Callao y balnearios, y otras ciudades del país como Trujillo y Chiclayo, a pesar de su exposición mediática y su verborrea, ante la cual muchos incautos (un 47% según una reciente encuesta), impresionados por los fuegos artificiales, expresan indignados que se le deje trabajar.

También sabemos que es una vergüenza que esté en el gabinete ministerial un personaje acusado del asesinato de un periodista en 1988, cuando estaba a cargo de una sección de inteligencia en Ayacucho. También sabemos que desde su cartera, es responsable de la represión policial contra los manifestantes, hoy victoriosos, opositores a la tristemente célebre Ley Pulpín. Hay otros pecados que le conocemos, que definitivamente no lo hacen santo.

Pero como nada es perfecto (?), algo bueno tenía que hacer Urresti por la vida: tuitear. Eso lo puede hacer cualquier inmortal que abra una cuenta personal de Tuiter. Sin embargo, no se tratan de simples tuits. Son respuestas a políticos de oposición tan impresentables como los que nos gobiernan ahora. Y que lo hicieron tan mal como los actuales. Y hasta peor.

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Este gobierno va de mal en peor. Todo apunta a que si no arma un plan de contingencia, fácilmente podría terminarse antes del 2016. Pero eso no hace santa a una oposición impresentable, encabezada por dos de las agrupaciones que nos han gobernado en dos de las últimas tres décadas: el Apra de Alan García y el fujimorismo. La primera madre del segundo y el Frankestein peor que su creador. Como para no saber cuál da más terror.

El aprismo del primer García (1985-1990) nos condujo a una de las peores crisis económicas y sociales que hayamos tenido, después de la Guerra del Pacífico (1879-1883). El fujimorismo nos dejó en medio de una recesión económica, además de un legado de autoritarismo y del gobierno más corrupto de la historia peruana, que impuso la moraleja (?) "roba pero hace obras", adoptada por gran parte de los peruanos en las últimas elecciones regionales y municipales. El segundo alanismo fue el del Baguazo, los petroaudios y los narcoindultos. Todos con las manos sucias y manchadas de sangre.

Dicho esto, ¿tienen el fujimorismo y el alanismo (marcas personales) la autoridad moral para acusar al actual gobierno de corrupción y abusos? Al responderles, Urresti aporta, mal que bien, a un ejercicio de memoria saludable. Es vox pópuli que el ministro del Interior hace esto más para debilitar a sus adversarios políticos, que por algún deseo de moralizar el país. Tampoco esto lo convierte en presidenciable y mucho menos en "mal menor". Pero sus tuits recordando lo que fueron el alanismo y el fujimorismo deben pasar a una especie de museo de la memoria. Y serían mucho más didácticos que ese Lugar de la Memoria, construido de tal forma que no se moleste Rafael Rey. Y con más llegada al pueblo, que no se va a tomar el trabajo de leer los 9 tomos del Informe de la Comisión de la Verdad, que aunque valioso y rescatable, es demasiado académico para un pueblo acostumbrado a leer poco y fácil de engañar por voceros de la DBA, diciendo que este documento hace apología al terrorismo sin haberlo leído.

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Quienes se molestan por los tuits de Urresti no lo hacen porque están indignados por sus antecedentes del primer párrafo de este texto. En el fondo, se molestan porque les arruina el libreto del 2016: Alan y Keiko a la segunda vuelta, la gran final soñada por la DBA. La consagración final de la impunidad, al final de cuentas.


Escrito por

Victor Liza

Periodista pobre, pero honrado.


Publicado en

La Ruta del Salmón

Siempre contra la corriente. Crónicas, opiniones, cuentos y otras perlas.