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FOTO: @esthervargasc

La Unión Civil al llano

Cuando se fracasa varias veces, hay que dejar de hacer lo mismo y cambiar de estrategia.

Publicado: 2015-03-10

Lloran los y las activistas de los derechos de la mujer y LGBT, porque una tarde de martes, que más pareció de miércoles, una comisión del Congreso decidió no darle visto bueno a la Unión Civil entre personas del mismo sexo.

Se escandalizan los y las tuitstars y quienes usan "x" para decir "nosotros/nosotras" (horrible forma de escribir) porque tenemos congresistas como Tubino, Condori y Rosas, cuyos argumentos contra la Unión Civil no resisten ningún análisis.

Se quejan quienes se acostumbraron a mirar desde el balcón, por tener congresistas como Eguren o Chacón, quienes jugaron al cálculo antes que, al menos, limpiar en algo su nombre ante la historia.

Se lamentan los revolucionarios de teclado de tener un "Congreso homofóbico", cuando ese parlamento surge de la voluntad popular, que también es "homofóbica". El mismo discurso de siempre. Y por ende, la misma historia.

No sé si los activistas de derechos LGBT y de la mujer hacen campañas de difusión al Callao. O a La Victoria. O al Rímac o Villa El Salvador, aquí nomás en Lima.

No se sabe si han ido al Cuzco, a Quillabamba. O a Marayhuaca, en plena sierra de Lambayeque. Y si han llegado, solo han estado en el centro de las ciudades, en círculos cerrados. Que me desmientan. De ser así, borro este post.

El hecho es que si ampliaran más su visión, se darían cuenta que hay gente que sufre mucho más, no solo por la discriminación sexual, sino por la pobreza y el medio hostil en el que viven. Y dejarían de estar pidiendo que no las feliciten en el Día Internacional de la Mujer, cuando en el fondo sí quieren que las feliciten.

Si dejaran de ser los mismos cinco o diez que se reúnen en locales alquilados en Miraflores, Jesus María o Pueblo Libre, quizás otro sería el cantar.

La historia sería diferente. Habría más sujetos de derechos, conscientes de ellos. No habría Tubinos ni Rosas ni Eguren, sino congresistas elegidos por el pueblo que, más allá de sus tendencias políticas, comprenderían que este es un paso para avanzar como sociedad. Si el Estado no educa, por algo existen ONG.

El cristianismo no se hubiera extendido por todo el Imperio Romano si San Pablo se hubiera quedado en Antioquia. Ejemplo desagradable para quienes culpan a la religión de una nueva derrota. Pero ejemplo a seguir, al fin y al cabo.

El mismo Jesús no se quedó en Nazaret. Y caminó por toda Judea, Galilea y Samaria junto a prostitutas, publicanos, pecadores, los menospreciados de la época. Quizás por eso hasta ahora está vigente, dos mil años después, a pesar de la Santa Inquisición y de los anglicanos asesinos de indios en Norteamérica. Siguiendo esa estrategia, la historia para los menospreciados de hoy puede cambiar, más temprano que tarde.

Cabe señalar que ni Jesus ni Pablo se quejaron de los soldados romanos. Menos de Herodes, Pilato, Calígula o Nerón.


Escrito por

Victor Liza

Periodista pobre, pero honrado.


Publicado en

La Ruta del Salmón

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