Don Raúl
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Así aprendí a llamarlo al poco tiempo de conocerlo, cuando empecé a trabajar en el diario La Primera, hoy denominado "Uno" gracias a un fallo de Indecopi. Al principio lo llamé "señor Wiener", en una ocasión en la que, siendo él jefe de la Unidad e Investigación junto al editor de la sección Locales, me pasó una denuncia con documentos que luego sería publicada en el diario, en una de las primeras notas con mi crédito. La confianza que brindaba hizo que dejara de llamarlo "señor", para pasar a llamarlo Don Raúl. Tiempo después, cuando me tocó asumir la jefatura de la sección, no solo me siguió ayudando con estos materiales, sino que también daba algunos consejos y recomendaciones. Siempre brindó confianza y la alegría era su marca registrada. Nunca la perdió a pesar que en varios momentos su salud se resquebrajó. Y tampoco dejó de escribir y analizar la realidad, incluso desde la cama de un hospital. Y desde su posición de izquierda. Creo que nadie como él supo explicar a ese sector político con su pluma, quizás porque conocía la izquierda más que nadie. Y lo hizo sin perder su independencia y sin miedo a que los sectores más recalcitrantes lo cuestionaran. Admiro esa tenacidad de seguir escribiendo y compartiendo sus ideas a pesar de los dolores de la enfermedad.
Hoy desperté a las 4.30 de la mañana, en uno de esos chispazos de insomnio que a veces me sorprenden, y se me ocurrió ver mi celular. Entré al facebook y me di con la ingrata sorpresa. Sabía que don Raúl no andaba bien, y que incluso sus familiares estaban pidiendo donantes de sangre. Pero la muerte, aunque sea esperada, siempre golpea. No pude volver a dormir hasta las seis. Acabo de despertar, y nada ha cambiado.
Gran periodista, gran luchador social, gran analista político. Y sobretodo, mejor persona. Se le va a extrañar y va a hacer mucha falta, en estos tiempos difíciles que se avecinan para el país.
Hasta siempre, don Raúl.